martes, 21 de marzo de 2017

No todos los momentos son historias de cuentos

¿Qué voy a contaros hoy?

Que no todos los momentos de la vida son historias de cuentos, que no todo lo que vemos es lo que parece y que aunque al ver la siguiente foto os acordéis de los emoticonos del móvil, hay mucho más oculto entre ellos.

Hoy, vamos a descubrirlo!



Habitualmente os hablo de sueños, de libros, de historias compartidas, de mis experiencias en las aulas, de mi día a día cuando era niña o de ese gran orgullo de padre que tengo.
Sin embargo, hoy quiero hacer algo diferente, hoy voy a hablaros de algo muy importante dentro de la vida y también, del futuro como maestra de niños y niñas entre 0 y 6 años (educación infantil)...LOS SENTIMIENTOS Y LAS EMOCIONES.

Aunque pensamos que la vida solo es estar feliz o triste, existen otras muchas emociones y sentimientos de por medio que pueden surgir sin quererlo o que quizá no sabemos identificar.
Por ello, es muy bueno regular emocionalmente a los niños y niñas desde pequeñitos, escuchar siempre lo que nos tienen que contar o estar muy atentos a sus dibujos, porque aunque parezca la mayor de las tonterías, en estos casos los detalles marcan la diferencia.

De este modo, hoy quería hacer una breve introducción a algo con lo que continuaré otro día dentro de la página del blog dedicada a este tema "Educación Emocional". Quiero mostraros una información recogida de un TFG (https://uvadoc.uva.es/bitstream/10324/1488/1/TFG-B.111.pdf) que os servirá para entender mejor estos aspectos.

Introducción a las emociones
Hoy en día se carece de una definición e incluso de un acercamiento al concepto que acepten una mayoría de autores. Aspectos fundamentales del término considerados por Vivas, Gallego y González (2007) podrían ser los siguientes: - Es un proceso complejo y multidimensional. - Son indispensables para la toma de decisiones porque orientan hacia una dirección correcta. - Se pueden considerar parte de nuestro sistema nervioso como tendencias innatas y automáticas (Goleman, 2001, en Vivas, Gallego y González, 2007) - Son parte de nuestra inteligencia (Greenberg, 2000, en Vivas et als., 2007). Estos mismos autores (Vivas et als., 2007), señalan además algunos elementos que se observan en las emociones: - Un estímulo que sea capaz de producir dicha emoción. - El sujeto que percibe dicha situación, como la procesa y reacciona ante ella. - El significado que el sujeto otorga a la situación vivida consiguiendo así clasificar la emoción. - La experiencia previa de la emoción que se vive ante la situación. - Una reacción corporal que se traduce en respuestas involuntarias. - Una expresión motora-observable en las diferentes partes del cuerpo. - Son importantes para el razonamiento ya que, como hemos dicho antes, guía nuestras decisiones junto con la mente racional. Según Salovey y Mayer (1996, en Vivas et als., 2007) las emociones son presentadas como elementos que interrumpen y hacen desorganizar la mente. Pero esta idea es incorrecta puesto que las situaciones intensas a veces estimulan la inteligencia haciendo que se prioricen los procesos de pensamiento. 7 Las emociones son reacciones a las informaciones que recibimos en nuestras relaciones con el entorno. La intensidad de la reacción está en función de las evaluaciones subjetivas que realizamos sobre como la información recibida va a afectar nuestro bienestar. En estas evaluaciones subjetivas intervienen conocimientos previos, creencias, objeticos personales, percepción de ambientes provocativos… una emoción depende de lo que es importante para nosotros. Si la emoción es muy intensa puede producir disfunciones intelectuales o trastornos emocionales (fobia, estrés, depresión). (Bisquerra, 2000, p. 63) Según Del Barrio (2005) los desajustes emocionales alteran toda la vida de la persona, desde el aspecto personal hasta la convivencia y el bienestar necesarios en la sociedad actual. Debido a este hecho, se ha convertido en prioridad investigar sobre todo el tema. Se ha prestado atención a las emociones negativas, pero se está empezando a prestar mayor interés por las positivas en cuanto que se muestran como la mejor manera para inhibir las negativas y conseguir así los objetivos y metas que nos planteemos en la vida. Esta autora también afirma en esta línea, que observar el estado emocional de un niño resulta más fácil que el de un adulto pues éstos lo manifiestan de manera natural, si ningún tipo de censura. Siguiendo a Papalia, Olds y Feldman (2005, en Marbán, Robledo, Díez, García y De Caso, 2009) las funciones que desempeñan las emociones son: - Función comunicativa en cuanto que sirve para expresar necesidades y deseos con intención de provocar una respuesta en los demás, siendo esta función la fundamental en los niños. - Función protectora para prevenir y anticipar con la intención de resolver problemas de supervivencia. - Función de exploración del ambiente lo que potencia los aprendizajes fundamentales para la vida.
Teorías sobre las emociones
Tras haber comenzado con una breve presentación del concepto de emoción, creemos conveniente hacer mención a las diferentes teorías que las han estudiado a lo largo de la historia, centrando las bases de lo que son y de su consideración en la actualidad. Como principales teorías que han guiado la investigación sobre el desarrollo de las emociones, recogidas en Berk (2009) se destacan tres. 8 Por un lado, nos encontramos con la teoría del conductismo y del aprendizaje social. Según Jonh Watson, existen tres emociones innatas cuando se nace: el miedo, el afecto y la rabia. El mayor de los descubrimientos de este autor sobre las emociones fue que las reacciones ante estímulos novedosos podía ser aprendidas a través del condicionamiento clásico: muchos autores mostraron como la sonrisa, la vocalización y el llanto infantil podían ser modificados a través de refuerzos y castigos. Por otro lado, la teoría del aprendizaje social considera que las reacciones emocionales de los otros es un instrumento de los niños para que asocien sus sentimientos con situaciones particulares => las reacciones emocionales de los demás son una guía para que el niño asocie su propia reacción a esa situación concreta. A esto, Albert Bandura añadió que según iba evolucionando la habilidad de representación de los niños, estos podían activar de manera autónoma las reacciones emocionales únicamente pensando en las cargas emocionales experimentadas en el pasado. Estas dos teorías, sin embargo, tienen sus propias limitaciones puesto que no llegan a explicar por qué ciertas emociones surgen espontáneamente sin ser aprendidas. Por otro lado, la teoría de la discrepancia cognitivo-evolutiva, de Donald Hebb, trata de explicar cómo los estímulos nuevos conducen a reacciones de dolor emocional. Explica el desarrollo emocional a partir de comparaciones de los estímulos novedosos con representaciones internas que los niños tienen guardadas sobre lo ya conocido: la similitud entre ambos es la que marca la reacción emocional que surge en el niño. Esta teoría es muy útil a la hora de explicar por qué el niño muestra tanto interés en la exploración de su mundo físico. Y para terminar, la tercera teoría citada en Berk (2009) es el enfoque funcionalista que habla sobre la fuerza central de las emociones: sirven para la adaptación en todos los aspectos de la actividad humana. Nos encontramos así que las emociones son determinantes del procesamiento cognitivo, que nos llevan al aprendizaje, el cual es fundamental para la supervivencia; las emociones son determinantes de la conducta social en cuanto que las señales emocionales que emiten los niños pueden influir en la conducta de las personas de su entorno y viceversa; y por último que las emociones son determinantes de la salud física. Este enfoque funcionalista nos dice que el niño para adaptarse a su mundo necesita ganar gradualmente control voluntario sobre sus emociones. Pero a su vez, sus emociones se van socializando en función interactúan y se comunican en ese mundo, de tal manera 9 que al final de la niñez, las emociones expresadas por los niños no son tan naturales y libres como en los primeros años de su vida. En esta misma línea de pensamiento del enfoque funcionalista respecto a la socialización de las emociones, nos encontramos con Bisquerra et. Als (2012) cuando dicen que las emociones son inconscientes, pero en algún momento se hacen conscientes: a través de unos mecanismos cerebrales las reacciones emocionales se vuelven sensaciones conscientes, es decir, se convierten en sentimientos, los cuales están influenciados por lo sociedad que les rodea. Como hemos visto, algunas de las teorías anteriores mencionan tanto el aprendizaje como la evolución de las emociones. Siguiendo esta misma, estudios revelan que el desarrollo de éstas se debe a dos factores: la maduración y el aprendizaje. Molina, Osses, Riquelme, Riquelme, Sepúlveda y Urrutia, (2010) comentan que, en cuanto a la maduración, el desarrollo intelectual permite percibir significados que anteriormente no se podían advertir. También supone que aumente la imaginación, la comprensión y el incremento de la capacidad para recordar y anticipar cosas lo que hace que sean capaces de captar y responder ante estímulos a los que antes ni prestaban atención, lo que supone una influencia para las emociones que experimenta. En cuanto al aprendizaje, existen diferentes estrategias de aprendizaje que pueden influir en las emociones de los niños, como puede ser el adiestramiento, el método ensayo-error, por imitación, por identificación o el condicionamiento. Todos ellos afectan de alguna manera a la forma de expresar las emociones o de responder ante ellas. El aspecto más importante del aprendizaje es su carácter controlable, un aspecto muy positivo para la posible prevención de trastornos emocionales. Al hablar de las emociones, se hace necesario hacer mención de la Inteligencia Emocional (I.E.), parte de las Inteligencias Múltiples ideadas por Howard Gardner. En Fernández y Extremera (2002) se menciona que el concepto de I.E. conocido por Daniel Goleman está tomado del modelo de habilidad de John Mayer y Peter Salovey. Este modelo trata fundamentalmente el procesamiento emocional de la información con la que contamos. Desde este modelo, la I.E. se entiende como “habilidad de las personas para atender y percibir los sentimientos de forma apropiada y precisa, capacidad para asimilarlos y comprenderlos de manera adecuada y destreza para regular y modificar nuestro estado de ánimo o el de los demás” (Fernández et als, 2002, p. 2; Pena y 10 Lozano, 2006, p.1; Lantiere, 2010, p.69). Esta I.E. implica una serie de componentes, interrelacionados entre sí: - Percepción y expresión emocional: reconocer de manera consciente nuestras emociones, saber qué sentimos y cómo verbalizarlo. - Facilitación emocional: ser capaz de generar sentimientos favorables para el pensamiento. - Comprensión emocional: integrar esos sentimientos en el pensamiento y ser conscientes de la complejidad de los cambios emocionales. - Regulación emocional: control de las emociones, tanto positivas como negativas, dirigirlas y manejarlas de manera eficaz.
Tipos de emociones
Muchos autores han intentado realizar una tipología de las emociones, pero resulta imposible llegar a un consenso. De forma que existen diferentes clasificaciones. La mas básica, como expone Vivas et als. (2007), es la de diferenciar entre emociones básicas y emociones complejas o secundarias. Al realizar la clasificación, se llega a la idea de que existen determinadas emociones que no son aprendidas, si no que se encuentran de manera innata en todas las personas (idea ya mencionada al hablar sobre la teoría conductista de Watson). A esta conclusión se llega por el hecho de que son capaces de identificarse por personas de diferentes culturas. Estas emociones innatas son las consideradas emociones básicas, entre las que nos encontraríamos la alegría, la aflicción, la tristeza, la ira, el miedo, la sorpresa y el asco. Todas estas emociones no guardan ninguna relación con la cultura a la que pertenezca la persona que las experimenta. Martín et als (2009) también hacen mención de las emociones primarias y secundarias. Señalan como los bebes son capaces de detectar las señales emocionales de su entorno al poco tiempo de nacer siendo a finales del primer año cuando la habilidad para interpretar significativamente las expresiones emocionales de los demás. Y es labor difícil la de los padres, cuidadores etc. el aprender a reconocer los indicios de emociones de los niños, lo que consiguen a través de la observación. Estos autores coinciden en la idea de las emociones primaria, siendo las que pueden inferirse directamente de las expresiones faciales, y las emociones secundarias que incluyen aspectos de autovaloración de sí mismos. Se detienen en analizar este tipo de emoción de manera particular. Comentan como es necesario un desarrollo social y cognitivo para 11 que a la expresión de estas emociones vaya acompañada de la habilidad para conceptualizarlas y explicarlas. Añade también que son una construcción social relacionada con la adquisición de normas o valores propios de la sociedad. Es en este sentido en el que entra el papel del aprendizaje, tomar conciencia de los sentimientos pues nos da la oportunidad de fomentar sus efectos positivos y disminuir los negativos, tanto sobre nosotros mismos como sobre los demás, un apartado que trataré más adelante. Antes de terminar con los tipos de emociones que existe, creemos conveniente citar a Bisquerra et als. (2012) cuando dicen que “las emociones son un lenguaje en sí mismas, a través del cual se puede facilitar o entorpecer la transmisión de conocimientos” (p. 22) En esta misma línea de pensamiento, se lee en Del Barrio (2005) que la mayoría de los estudios coinciden en ver las emociones como un sistema de comunicación primario. La emoción sería un sistema de comunicación que consistiría en una serie de señales o procesos expresivos mandados al cerebro que este interpretaría para tener una prioridad sobre la acción. De acuerdo con esto, las señales comunicativas más elementales serían las expresiones faciales las cuales podríamos encontrar en todos los hombres de diversas culturas. Esto significa que se considerarían universales, pero se observan algunas limitaciones que vienen dadas desde las diferentes formas expresivas características de cada sociedad en las que intervienen elementos como el aprendizaje.
 Emociones en los niños:
Características
En el apartado anterior hemos detallado la cuestión de los tipos de emociones. Sin perder de vista ese carácter innato, por un lado, y adquirido, por otro, deseamos hacer una reseña de la evolución y desarrollo de las emociones infantiles pues se encuentra en estrecha relación con la idea anterior. Para Del Barrio (2005) las emociones infantiles cumplen un papel fundamental en la supervivencia del propio niño, ya que a través de ellas son capaces de mostrar y transmitir sus necesidades. Como se dice en Adam et al. (2003) en el ciclo de 0 a 3 años, las emociones se encuentran en su estado más natural, sincero y espontáneas (queda reflejada la idea de las emociones primarias y su carácter innato). No tienen suficiente experiencia y vivencia para influir en ellas falseándolas. Esta es la razón por la que se considera esta edad como la idónea para comenzar la educación emocional. 12 Según del Barrio (2005) las emociones infantiles, como todo en este mundo, tiene características especificas y diferentes a las de los demás, pues “son menos variadas, más intensas y más versátiles” (p. 43). Esto lleva a muchos autores a pensar en que la mejor manera de estudiarlo es a través de las expresiones faciales sin perder de vista que muchas veces va unida a estados fisiológicos desvinculados de las emociones. Y otros proponen fijase en aspectos que muestran emociones y que van cambiando y evolucionando a la par que la conducta infantil. Es cada vez más frecuente la idea de que las emociones básicas aparecen en los niños sin necesidad de que ellos sean conscientes de las mismas A partir de la idea desarrollado por esta autora, se llega a una serie de conclusiones respecto a la evolución de las emociones en las que coinciden la gran mayoría de los autores: - Durante el primer mes de vida, el niño expresa sobre todo las dos emociones básicas de agrado y desagrado (emociones positivas y negativas). - Los dos-tres meses siguientes es cuando comienza a florecer la expresión de las emociones como el miedo, ira, tristeza, placer… - Es hacia los dos años cuando se termina este ciclo de proliferación y aparición de las emociones, llegando a expresar otras más complejas como la vergüenza, los celos o la culpa. Es a partir de este momento cuando comienza la evolución de las emociones por parte del niño hacia su dominio y conocimiento. También existe acuerdo en afirmar que la expresión emocional en estas primeras etapas de vida se vincula a la vía gestual y vocal. Malatesta y cols. (1989, en Del Barrio 2005) comentan que esta expresión emocional en los niños va adaptándose a las nuevas situaciones que se les presentan. En esta misma línea de pensamiento, en el estudio de Léveillé et al. (2001, en Del Barrio, 2005) se muestra la evolución y adaptación de las emociones positivas, las cuales se van intensificando, y las negativas, que se van suavizando, de acuerdo a la influencia social que van recibiendo los niños. Por otro lado, esta misma autora, Del Barrio (2005) afirma que si el adulto puede estudiar las emociones en los niños, significa que éste es capaz de expresarlas siendo muestra de que las experimenta. El componente motor se convierte así en la principal muestra de evidencia de las emociones en los niños. 13 Según Molina, Osses, Riquelme, Riquelme, Sepúlveda y Urrutia (2010) los 5 rasgos característicos de las emociones en los niños son los siguientes: - Emociones intensas: da igual la magnitud de las experiencias vividas por los niños pues responderán con la misma intensidad ante todas. - Aparición con frecuencia: las emociones son frecuentes en los niños y con el paso del tiempo van aprendiendo que sus explosiones emocionales provocan determinadas reacciones en los adultos, ya sea de aprobación o de castigo. - Transitoriedad: son capaces de pasar rápidamente del llanto a las risas, de los celos al cariño… - Reflejo de individualización: al nacer, las reacciones suelen ser similares en todos los niños, pero según van creciendo empiezan a reflejar la influencia de los aprendizajes en ellos. - Cambio en la intensidad: según pasa el tiempo, existen emociones que se debilitan y otras, en cambio, que se fortalecen. - Detectables a través de síntomas conductuales: a veces las emociones no se expresan de forma directa, pero son identificables por la inquietud que transmitan, el llanto, dificultades de aprendizaje o desarrollo…
Importancia de las emociones:
Control y educación emocional
Una vez analizada información básica sobre las emociones, resaltamos la idea de la evolución de las emociones infantiles siendo decisivas en su vida. De aquí se extrae la importancia de su control a través de la educación desarrollada a continuación. Según Adam et al. (2003) conocer las emociones es importantísimo como uno de los principios básicos de la vida personal, pues supone conocernos a nosotros mismos. Las emociones aparecen de manera impulsiva sin que nosotros nos demos cuenta o hayamos hecho algo para experimentarla. Por lo que educar a los alumnos hacia la conciencia de estas supone una contribución a que conozcan su estado de ánimo y puedan relacionarlo con la calidad de vida que quieren llevar, preparándoles para todo lo que se les puede presentar en la vida. Pero al referirse a las emociones negativas, la educación hacia su conocimiento no debe llevar a su eliminación sino más bien a su reorientación hacia lo positivo: conocerlas, saber el que la ocasiona guiarla hacia algo 14 aprovechable, de manera que se adapten a su vida sin una consecuencia perjudicial en su vida.

En esta línea de pensamiento, Del Barrio (2005) expone de manera ejemplificada esta idea: Una buena educación no consiste en conseguir que el niño no tenga miedo, sino en que lo sienta solo ante lo verdaderamente amenazante, ni se debe tender a extirparle la ira, sino a lograr que solo la use en defensa de sus derechos y cuando cualquier tipo de diálogo o negociación justa no sea posible. (pp.14-15) Siguiendo con Adam et al. (2003), conocer las emociones es un requisito indispensable para su control, para evitar el dejarse llevar por las emociones realizando actos que no se desean. Para esto, como ya se ha dicho, no se trata de eliminar las emociones, sino desvincular las reacciones que producen las emociones de las acciones que estos pueden realizar, evitando así que la emoción experimentada controle la situación produciendo determinadas consecuencias. Esta misma idea la expresa Vivas et als. (2007) cuando dice que las emociones no deben suprimirse, sino manejarlas, regularlas y transformarlas, de tal manera que la persona sea capaz de tomar el control de las situaciones que les toque vivir. “El autocontrol emocional persigue encontrar el equilibrio emocional para alcanzar la autonomía y el bienestar personal” (p. 33) Vivas et als. (2007) también habla de que el autocontrol da capacidad para saber superar los bloqueos emocionales que se pueden experimentar en determinadas situaciones. Evitar estas situaciones y emociones no es la mejor solución pues no resuelve el origen del conflicto terminando por crear insatisfacciones. Volviendo a Adam et al. (2003), la educación emocional debe capacitar a los alumnos para saber apreciar y sacar buen partido de las emociones propias y ajenas, respetándolas en todo momento, además de dotarles de un lenguaje para que puedan nombrarlas sabiendo cuál es su significado. Todo esto permitirá al alumno también conocer la moralidad de sus actos y comportamientos, así como extrapolarlo a los de los demás. Comenzar la educación emocional en la escuela infantil supone una vía para que haya comunicación afectiva buscando que cada alumno se comprenda a sí mismo y a los demás. La educación emocional según Bisquerra et als (2012) es una forma de prevención primaria inespecífica. Con ello quieren referirse a una serie de capacidades y competencias que pueden aplicar a una gran multitud de situaciones, con el principal 15 objetivo de evitar y prevenir disfunciones en las personas. De esta manera, la educación emocional se considera ante todo una educación práctica para conseguir desarrollar las competencias emocionales pertinentes, pues con la información no es suficiente.


 Como dice Bisquerra y Pérez (2007) existen evidencias de que los alumnos aprenden mejor cuando están motivados, son capaces de controlar sus impulsos y son responsables, además de tener iniciativa propia…lo que se resume en tener desarrollada la competencia emocional. Esto demuestra que en la escuela y en el proceso de enseñanza aprendizaje, en general, se deben tener en cuenta estas competencias, integrándolas dentro del currículo. Según Saarni (2000, en Bisquerra et als, 2007) “la competencia emocional se relaciona con la demostración de auto-eficacia al expresar emociones en las transacciones sociales” p. 66), es decir, la capacidad y habilidad que se tiene para lograr los objetivos, en este caso, expresar emociones en el ámbito social. Pero para que esto se produzca es necesario que la persona tengo conocimiento de sus propias emociones para poder dirigirlas hacia esos objetivos, volviendo así a la importancia de educar las emociones en la escuela. Sin embargo, como expresan Bisquerra et als. (2012), el tener esas competencias emocionales y una buena educación emocional no significa que se empleen en el buen camino, y por eso es necesario incluir una serie de principio éticos. Dentro de la educación emocional es muy importante el rol del profesor, pues como adulto y figura a imitar por parte de los niños, transmiten de manera inconsciente su estado emocional, a través de sus actitudes y comportamientos pueden ofrecer un clima de seguridad y confianza para sus alumnos. La educación emocional, sin embargo, no debe reducirse únicamente al plano de la educación formal, sino que es importante trasladarla también al contexto familiar, donde padres y madres formen parte del proceso, tanto para aplicar esa educación emocional sobre sí mismos como para ser conscientes de la importancia que tiene en el desarrollo de sus hijos y contribuir en ella. En definitiva, y como se refleja en Pena et als (2006), tanto padres como profesores y, en general, agentes educativos, debemos conocer nuestros propios sentimientos, intentando conocer también cuál es la perspectiva de los-as alumnos-as/ hijos-as llevando a la práctica la empatía, controlando los impulsos que tenemos y siendo conscientes de cuál es nuestra actitud en la labor como agentes educativos 16 dedicando todo nuestro esfuerzo. Si se consiguen estos objetivos, tanto en la institución educativa como en el resto de ámbitos educativos, se conseguirá formar a personas emocionalmente inteligentes que tendrán en su poder la capacidad de resaltar los aspectos positivos de las situaciones por encima de los negativos, valorar los triunfos más que las derrotas, los aciertos más que los errores y intentando aprender de todo lo que viva.