Artículo de Amanda García en el periódico “El
Mundo”.
Hervé Tullet, un niño grande que enseña a crear
Buscando historias en una
librería de Madrid para leer a mi hija fue como descubrí a Hervé Tullet.
Entre Peppa Pig y Blancanieves, me fijé en Un libro -es el nombre de
la obra-, donde el color, las formas y la intuición invitaban a perderse por
sus páginas una y otra vez. Arriesgada e inteligente, a raíz de este hallazgo
compré otros títulos de este ilustrador francés afincado en Nueva
York. Ahora, Tullet quiere trasladar a las casas sus famosos Talleres de
Arte.
También lo hace a través
de un libro. En su línea, donde casi nada es lo que parece. Absténganse los que
sufran si los niños manchan las paredes o pintan la mesa. Aquí llama a grandes
y pequeños a disfrutar -con todo lo que esto conlleva- con una serie de actividades
artísticas. "A compartir, que es de lo que se trata la vida", explica
al otro lado del teléfono. Con decenas de títulos ya publicados, Tullet ha
organizado talleres con niños por medio mundo. De Los Ángeles a Japón, haciendo
escala en Malaui y Londres. Hace 20 años empezó a trabajar con ellos y en ello
sigue con las mismas ganas del primer día. Se despidió del mundo de la
Publicidad -estudió Bellas Artes- para enseñar a los más pequeños "a crear
en libertad".
Tullet, que también es
padre de tres hijos, parte de la premisa de que "el arte no es un fin sino
un medio". No hay cuadros bonitos o feos. Él confía en la intuición
de los niños y en unas dinámicas de grupo que incluyan a todo el que
participa. A partir de ahí, nada está escrito. Es habitual verle descalzo, con
los vaqueros y la camiseta llenos de pintura, megáfono en mano, en algunos de
sus talleres, que se han convertido en ocasiones en sesiones de arte en
directo. "Cuando la gente siente que vive un momento especial, se
desinhibe más. Es algo que motiva". En su libro Diviértete. Talleres
de Arte con Hervé Tullet (Editorial Phaidon) propone actividades
artísticas para que adultos y niños potencien su lado más creativo juntos.
Siempre integrando el factor sorpresa como aliciente. Y valorando que los
garabatos y las manchas también pueden alcanzar la categoría de arte dentro de
este mundo de juegos. Ya lo decía el poeta Charles Baudelaire, "el
genio no es sino la infancia recuperada a voluntad".
Conocido en Francia como
el príncipe de los libros de Preescolar, Tullet insiste en la importancia de
que haya una persona al frente de cada taller doméstico. "Él es el
encargado de motivar y estimular a los chavales. Marca el ritmo y mantiene la
tensión para que puedan crear lo inesperado", explica. No se trata de
hacer las cosas bien o mal. "De un vaso con pintura que se cae o de una
mancha no deseada siempre se puede obtener algo estimulante", reconoce con
toda tranquilidad.
Los cumpleaños
infantiles o las reuniones de fin de semana se pueden transformar según
los capítulos: Un campo de flores, donde se trabaja con
témperas; el gran banquete, en el que los objetos cotidianos ayudan en el
proceso creativo; Quién es más rápido, juego que consiste en dibujar y
pasar rápidamente el papel a otro compañero, obligándole a improvisar, lo que
permite que el resultado final de la composición siempre sea sorprendente... Y
así hasta 11 propuestas para que el arte -y sobre todo la diversión-
fluya.
Este amigo de los niños
publicó su primer libro en 1994. Cree que frente al exceso de portátiles,
tabletas y móviles que rodea a los pequeños de la casa los libros deben
dar la batalla. "Perderemos, pero lo importante siempre es
participar", asegura entre risas. "Mi objetivo es hacer cosas
interesantes. Ésa es mi lucha".
Un libro hizo que su
nombre se pronunciara en medio mundo. "No esperaba tanto eco de algo tan
simple". Quizá en eso radique su éxito: en hacer de lo sencillo algo
interesante.