¿Qué voy a contaros hoy?
Que no todos los momentos de la vida son historias de cuentos, que no todo lo que vemos es lo que parece y que aunque al ver la siguiente foto os acordéis de los emoticonos del móvil, hay mucho más oculto entre ellos.
Hoy, vamos a descubrirlo!
Habitualmente os hablo de sueños, de libros, de historias compartidas, de mis experiencias en las aulas, de mi día a día cuando era niña o de ese gran orgullo de padre que tengo.
Sin embargo, hoy quiero hacer algo diferente, hoy voy a hablaros de algo muy importante dentro de la vida y también, del futuro como maestra de niños y niñas entre 0 y 6 años (educación infantil)...LOS SENTIMIENTOS Y LAS EMOCIONES.
Aunque pensamos que la vida solo es estar feliz o triste, existen otras muchas emociones y sentimientos de por medio que pueden surgir sin quererlo o que quizá no sabemos identificar.
Por ello, es muy bueno regular emocionalmente a los niños y niñas desde pequeñitos, escuchar siempre lo que nos tienen que contar o estar muy atentos a sus dibujos, porque aunque parezca la mayor de las tonterías, en estos casos los detalles marcan la diferencia.
De este modo, hoy quería hacer una breve introducción a algo con lo que continuaré otro día dentro de la página del blog dedicada a este tema "Educación Emocional". Quiero mostraros una información recogida de un TFG (https://uvadoc.uva.es/bitstream/10324/1488/1/TFG-B.111.pdf) que os servirá para entender mejor estos aspectos.
Introducción a las emociones
Hoy en día se carece
de una definición e incluso de un acercamiento al concepto que acepten una
mayoría de autores. Aspectos fundamentales del término considerados por Vivas,
Gallego y González (2007) podrían ser los siguientes: - Es un proceso complejo
y multidimensional. - Son indispensables para la toma de decisiones porque
orientan hacia una dirección correcta. - Se pueden considerar parte de nuestro
sistema nervioso como tendencias innatas y automáticas (Goleman, 2001, en
Vivas, Gallego y González, 2007) - Son parte de nuestra inteligencia
(Greenberg, 2000, en Vivas et als., 2007). Estos mismos autores (Vivas et als.,
2007), señalan además algunos elementos que se observan en las emociones: - Un
estímulo que sea capaz de producir dicha emoción. - El sujeto que percibe dicha
situación, como la procesa y reacciona ante ella. - El significado que el
sujeto otorga a la situación vivida consiguiendo así clasificar la emoción. -
La experiencia previa de la emoción que se vive ante la situación. - Una
reacción corporal que se traduce en respuestas involuntarias. - Una expresión
motora-observable en las diferentes partes del cuerpo. - Son importantes para
el razonamiento ya que, como hemos dicho antes, guía nuestras decisiones junto
con la mente racional. Según Salovey y Mayer (1996, en Vivas et als., 2007) las
emociones son presentadas como elementos que interrumpen y hacen desorganizar
la mente. Pero esta idea es incorrecta puesto que las situaciones intensas a
veces estimulan la inteligencia haciendo que se prioricen los procesos de
pensamiento. 7 Las emociones son reacciones a las informaciones que recibimos
en nuestras relaciones con el entorno. La intensidad de la reacción está en
función de las evaluaciones subjetivas que realizamos sobre como la información
recibida va a afectar nuestro bienestar. En estas evaluaciones subjetivas
intervienen conocimientos previos, creencias, objeticos personales, percepción
de ambientes provocativos… una emoción depende de lo que es importante para
nosotros. Si la emoción es muy intensa puede producir disfunciones
intelectuales o trastornos emocionales (fobia, estrés, depresión). (Bisquerra,
2000, p. 63) Según Del Barrio (2005) los desajustes emocionales alteran toda la
vida de la persona, desde el aspecto personal hasta la convivencia y el
bienestar necesarios en la sociedad actual. Debido a este hecho, se ha
convertido en prioridad investigar sobre todo el tema. Se ha prestado atención
a las emociones negativas, pero se está empezando a prestar mayor interés por
las positivas en cuanto que se muestran como la mejor manera para inhibir las
negativas y conseguir así los objetivos y metas que nos planteemos en la vida.
Esta autora también afirma en esta línea, que observar el estado emocional de
un niño resulta más fácil que el de un adulto pues éstos lo manifiestan de
manera natural, si ningún tipo de censura. Siguiendo a Papalia, Olds y Feldman
(2005, en Marbán, Robledo, Díez, García y De Caso, 2009) las funciones que
desempeñan las emociones son: - Función comunicativa en cuanto que sirve para
expresar necesidades y deseos con intención de provocar una respuesta en los
demás, siendo esta función la fundamental en los niños. - Función protectora
para prevenir y anticipar con la intención de resolver problemas de
supervivencia. - Función de exploración del ambiente lo que potencia los
aprendizajes fundamentales para la vida.
Teorías sobre las emociones
Tras haber comenzado
con una breve presentación del concepto de emoción, creemos conveniente hacer
mención a las diferentes teorías que las han estudiado a lo largo de la
historia, centrando las bases de lo que son y de su consideración en la
actualidad. Como principales teorías que han guiado la investigación sobre el
desarrollo de las emociones, recogidas en Berk (2009) se destacan tres. 8 Por
un lado, nos encontramos con la teoría del conductismo y del aprendizaje
social. Según Jonh Watson, existen tres emociones innatas cuando se nace: el
miedo, el afecto y la rabia. El mayor de los descubrimientos de este autor
sobre las emociones fue que las reacciones ante estímulos novedosos podía ser
aprendidas a través del condicionamiento clásico: muchos autores mostraron como
la sonrisa, la vocalización y el llanto infantil podían ser modificados a
través de refuerzos y castigos. Por otro lado, la teoría del aprendizaje social
considera que las reacciones emocionales de los otros es un instrumento de los
niños para que asocien sus sentimientos con situaciones particulares => las
reacciones emocionales de los demás son una guía para que el niño asocie su
propia reacción a esa situación concreta. A esto, Albert Bandura añadió que
según iba evolucionando la habilidad de representación de los niños, estos
podían activar de manera autónoma las reacciones emocionales únicamente
pensando en las cargas emocionales experimentadas en el pasado. Estas dos
teorías, sin embargo, tienen sus propias limitaciones puesto que no llegan a
explicar por qué ciertas emociones surgen espontáneamente sin ser aprendidas.
Por otro lado, la teoría de la discrepancia cognitivo-evolutiva, de Donald
Hebb, trata de explicar cómo los estímulos nuevos conducen a reacciones de
dolor emocional. Explica el desarrollo emocional a partir de comparaciones de
los estímulos novedosos con representaciones internas que los niños tienen
guardadas sobre lo ya conocido: la similitud entre ambos es la que marca la
reacción emocional que surge en el niño. Esta teoría es muy útil a la hora de
explicar por qué el niño muestra tanto interés en la exploración de su mundo
físico. Y para terminar, la tercera teoría citada en Berk (2009) es el enfoque
funcionalista que habla sobre la fuerza central de las emociones: sirven para
la adaptación en todos los aspectos de la actividad humana. Nos encontramos así
que las emociones son determinantes del procesamiento cognitivo, que nos llevan
al aprendizaje, el cual es fundamental para la supervivencia; las emociones son
determinantes de la conducta social en cuanto que las señales emocionales que
emiten los niños pueden influir en la conducta de las personas de su entorno y
viceversa; y por último que las emociones son determinantes de la salud física.
Este enfoque funcionalista nos dice que el niño para adaptarse a su mundo
necesita ganar gradualmente control voluntario sobre sus emociones. Pero a su
vez, sus emociones se van socializando en función interactúan y se comunican en
ese mundo, de tal manera 9 que al final de la niñez, las emociones expresadas
por los niños no son tan naturales y libres como en los primeros años de su
vida. En esta misma línea de pensamiento del enfoque funcionalista respecto a
la socialización de las emociones, nos encontramos con Bisquerra et. Als (2012)
cuando dicen que las emociones son inconscientes, pero en algún momento se
hacen conscientes: a través de unos mecanismos cerebrales las reacciones
emocionales se vuelven sensaciones conscientes, es decir, se convierten en
sentimientos, los cuales están influenciados por lo sociedad que les rodea.
Como hemos visto, algunas de las teorías anteriores mencionan tanto el
aprendizaje como la evolución de las emociones. Siguiendo esta misma, estudios
revelan que el desarrollo de éstas se debe a dos factores: la maduración y el
aprendizaje. Molina, Osses, Riquelme, Riquelme, Sepúlveda y Urrutia, (2010)
comentan que, en cuanto a la maduración, el desarrollo intelectual permite
percibir significados que anteriormente no se podían advertir. También supone
que aumente la imaginación, la comprensión y el incremento de la capacidad para
recordar y anticipar cosas lo que hace que sean capaces de captar y responder
ante estímulos a los que antes ni prestaban atención, lo que supone una
influencia para las emociones que experimenta. En cuanto al aprendizaje,
existen diferentes estrategias de aprendizaje que pueden influir en las
emociones de los niños, como puede ser el adiestramiento, el método
ensayo-error, por imitación, por identificación o el condicionamiento. Todos
ellos afectan de alguna manera a la forma de expresar las emociones o de
responder ante ellas. El aspecto más importante del aprendizaje es su carácter
controlable, un aspecto muy positivo para la posible prevención de trastornos
emocionales. Al hablar de las emociones, se hace necesario hacer mención de la
Inteligencia Emocional (I.E.), parte de las Inteligencias Múltiples ideadas por
Howard Gardner. En Fernández y Extremera (2002) se menciona que el concepto de
I.E. conocido por Daniel Goleman está tomado del modelo de habilidad de John
Mayer y Peter Salovey. Este modelo trata fundamentalmente el procesamiento
emocional de la información con la que contamos. Desde este modelo, la I.E. se
entiende como “habilidad de las personas para atender y percibir los
sentimientos de forma apropiada y precisa, capacidad para asimilarlos y
comprenderlos de manera adecuada y destreza para regular y modificar nuestro
estado de ánimo o el de los demás” (Fernández et als, 2002, p. 2; Pena y 10
Lozano, 2006, p.1; Lantiere, 2010, p.69). Esta I.E. implica una serie de
componentes, interrelacionados entre sí: - Percepción y expresión emocional:
reconocer de manera consciente nuestras emociones, saber qué sentimos y cómo
verbalizarlo. - Facilitación emocional: ser capaz de generar sentimientos
favorables para el pensamiento. - Comprensión emocional: integrar esos
sentimientos en el pensamiento y ser conscientes de la complejidad de los
cambios emocionales. - Regulación emocional: control de las emociones, tanto
positivas como negativas, dirigirlas y manejarlas de manera eficaz.
Tipos de emociones
Muchos autores han
intentado realizar una tipología de las emociones, pero resulta imposible
llegar a un consenso. De forma que existen diferentes clasificaciones. La mas
básica, como expone Vivas et als. (2007), es la de diferenciar entre emociones básicas
y emociones complejas o secundarias. Al realizar la clasificación, se llega a
la idea de que existen determinadas emociones que no son aprendidas, si no que
se encuentran de manera innata en todas las personas (idea ya mencionada al
hablar sobre la teoría conductista de Watson). A esta conclusión se llega por
el hecho de que son capaces de identificarse por personas de diferentes
culturas. Estas emociones innatas son las consideradas emociones básicas, entre
las que nos encontraríamos la alegría, la aflicción, la tristeza, la ira, el
miedo, la sorpresa y el asco. Todas estas emociones no guardan ninguna relación
con la cultura a la que pertenezca la persona que las experimenta. Martín et
als (2009) también hacen mención de las emociones primarias y secundarias.
Señalan como los bebes son capaces de detectar las señales emocionales de su
entorno al poco tiempo de nacer siendo a finales del primer año cuando la
habilidad para interpretar significativamente las expresiones emocionales de
los demás. Y es labor difícil la de los padres, cuidadores etc. el aprender a
reconocer los indicios de emociones de los niños, lo que consiguen a través de
la observación. Estos autores coinciden en la idea de las emociones primaria,
siendo las que pueden inferirse directamente de las expresiones faciales, y las
emociones secundarias que incluyen aspectos de autovaloración de sí mismos. Se
detienen en analizar este tipo de emoción de manera particular. Comentan como
es necesario un desarrollo social y cognitivo para 11 que a la expresión de
estas emociones vaya acompañada de la habilidad para conceptualizarlas y
explicarlas. Añade también que son una construcción social relacionada con la
adquisición de normas o valores propios de la sociedad. Es en este sentido en
el que entra el papel del aprendizaje, tomar conciencia de los sentimientos
pues nos da la oportunidad de fomentar sus efectos positivos y disminuir los
negativos, tanto sobre nosotros mismos como sobre los demás, un apartado que
trataré más adelante. Antes de terminar con los tipos de emociones que existe,
creemos conveniente citar a Bisquerra et als. (2012) cuando dicen que “las
emociones son un lenguaje en sí mismas, a través del cual se puede facilitar o
entorpecer la transmisión de conocimientos” (p. 22) En esta misma línea de
pensamiento, se lee en Del Barrio (2005) que la mayoría de los estudios
coinciden en ver las emociones como un sistema de comunicación primario. La
emoción sería un sistema de comunicación que consistiría en una serie de
señales o procesos expresivos mandados al cerebro que este interpretaría para
tener una prioridad sobre la acción. De acuerdo con esto, las señales
comunicativas más elementales serían las expresiones faciales las cuales
podríamos encontrar en todos los hombres de diversas culturas. Esto significa
que se considerarían universales, pero se observan algunas limitaciones que
vienen dadas desde las diferentes formas expresivas características de cada
sociedad en las que intervienen elementos como el aprendizaje.
Emociones
en los niños:
Características
En el apartado
anterior hemos detallado la cuestión de los tipos de emociones. Sin perder de
vista ese carácter innato, por un lado, y adquirido, por otro, deseamos hacer
una reseña de la evolución y desarrollo de las emociones infantiles pues se
encuentra en estrecha relación con la idea anterior. Para Del Barrio (2005) las
emociones infantiles cumplen un papel fundamental en la supervivencia del
propio niño, ya que a través de ellas son capaces de mostrar y transmitir sus necesidades.
Como se dice en Adam et al. (2003) en el ciclo de 0 a 3 años, las emociones se
encuentran en su estado más natural, sincero y espontáneas (queda reflejada la
idea de las emociones primarias y su carácter innato). No tienen suficiente
experiencia y vivencia para influir en ellas falseándolas. Esta es la razón por
la que se considera esta edad como la idónea para comenzar la educación
emocional. 12 Según del Barrio (2005) las emociones infantiles, como todo en
este mundo, tiene características especificas y diferentes a las de los demás,
pues “son menos variadas, más intensas y más versátiles” (p. 43). Esto lleva a
muchos autores a pensar en que la mejor manera de estudiarlo es a través de las
expresiones faciales sin perder de vista que muchas veces va unida a estados
fisiológicos desvinculados de las emociones. Y otros proponen fijase en
aspectos que muestran emociones y que van cambiando y evolucionando a la par
que la conducta infantil. Es cada vez más frecuente la idea de que las
emociones básicas aparecen en los niños sin necesidad de que ellos sean
conscientes de las mismas A partir de la idea desarrollado por esta autora, se
llega a una serie de conclusiones respecto a la evolución de las emociones en
las que coinciden la gran mayoría de los autores: - Durante el primer mes de
vida, el niño expresa sobre todo las dos emociones básicas de agrado y
desagrado (emociones positivas y negativas). - Los dos-tres meses siguientes es
cuando comienza a florecer la expresión de las emociones como el miedo, ira,
tristeza, placer… - Es hacia los dos años cuando se termina este ciclo de
proliferación y aparición de las emociones, llegando a expresar otras más
complejas como la vergüenza, los celos o la culpa. Es a partir de este momento
cuando comienza la evolución de las emociones por parte del niño hacia su
dominio y conocimiento. También existe acuerdo en afirmar que la expresión
emocional en estas primeras etapas de vida se vincula a la vía gestual y vocal.
Malatesta y cols. (1989, en Del Barrio 2005) comentan que esta expresión
emocional en los niños va adaptándose a las nuevas situaciones que se les
presentan. En esta misma línea de pensamiento, en el estudio de Léveillé et al.
(2001, en Del Barrio, 2005) se muestra la evolución y adaptación de las emociones
positivas, las cuales se van intensificando, y las negativas, que se van
suavizando, de acuerdo a la influencia social que van recibiendo los niños. Por
otro lado, esta misma autora, Del Barrio (2005) afirma que si el adulto puede
estudiar las emociones en los niños, significa que éste es capaz de expresarlas
siendo muestra de que las experimenta. El componente motor se convierte así en
la principal muestra de evidencia de las emociones en los niños. 13 Según
Molina, Osses, Riquelme, Riquelme, Sepúlveda y Urrutia (2010) los 5 rasgos
característicos de las emociones en los niños son los siguientes: - Emociones
intensas: da igual la magnitud de las experiencias vividas por los niños pues
responderán con la misma intensidad ante todas. - Aparición con frecuencia: las
emociones son frecuentes en los niños y con el paso del tiempo van aprendiendo
que sus explosiones emocionales provocan determinadas reacciones en los
adultos, ya sea de aprobación o de castigo. - Transitoriedad: son capaces de
pasar rápidamente del llanto a las risas, de los celos al cariño… - Reflejo de
individualización: al nacer, las reacciones suelen ser similares en todos los
niños, pero según van creciendo empiezan a reflejar la influencia de los
aprendizajes en ellos. - Cambio en la intensidad: según pasa el tiempo, existen
emociones que se debilitan y otras, en cambio, que se fortalecen. - Detectables
a través de síntomas conductuales: a veces las emociones no se expresan de
forma directa, pero son identificables por la inquietud que transmitan, el
llanto, dificultades de aprendizaje o desarrollo…
Importancia de las emociones:
Control y educación
emocional
Una vez analizada
información básica sobre las emociones, resaltamos la idea de la evolución de
las emociones infantiles siendo decisivas en su vida. De aquí se extrae la
importancia de su control a través de la educación desarrollada a continuación.
Según Adam et al. (2003) conocer las emociones es importantísimo como uno de
los principios básicos de la vida personal, pues supone conocernos a nosotros
mismos. Las emociones aparecen de manera impulsiva sin que nosotros nos demos
cuenta o hayamos hecho algo para experimentarla. Por lo que educar a los
alumnos hacia la conciencia de estas supone una contribución a que conozcan su
estado de ánimo y puedan relacionarlo con la calidad de vida que quieren
llevar, preparándoles para todo lo que se les puede presentar en la vida. Pero
al referirse a las emociones negativas, la educación hacia su conocimiento no
debe llevar a su eliminación sino más bien a su reorientación hacia lo
positivo: conocerlas, saber el que la ocasiona guiarla hacia algo 14
aprovechable, de manera que se adapten a su vida sin una consecuencia
perjudicial en su vida.
En esta línea de
pensamiento, Del Barrio (2005) expone de manera ejemplificada esta idea: Una
buena educación no consiste en conseguir que el niño no tenga miedo, sino en
que lo sienta solo ante lo verdaderamente amenazante, ni se debe tender a
extirparle la ira, sino a lograr que solo la use en defensa de sus derechos y
cuando cualquier tipo de diálogo o negociación justa no sea posible. (pp.14-15)
Siguiendo con Adam et al. (2003), conocer las emociones es un requisito
indispensable para su control, para evitar el dejarse llevar por las emociones
realizando actos que no se desean. Para esto, como ya se ha dicho, no se trata
de eliminar las emociones, sino desvincular las reacciones que producen las
emociones de las acciones que estos pueden realizar, evitando así que la
emoción experimentada controle la situación produciendo determinadas
consecuencias. Esta misma idea la expresa Vivas et als. (2007) cuando dice que
las emociones no deben suprimirse, sino manejarlas, regularlas y
transformarlas, de tal manera que la persona sea capaz de tomar el control de
las situaciones que les toque vivir. “El autocontrol emocional persigue
encontrar el equilibrio emocional para alcanzar la autonomía y el bienestar
personal” (p. 33) Vivas et als. (2007) también habla de que el autocontrol da
capacidad para saber superar los bloqueos emocionales que se pueden
experimentar en determinadas situaciones. Evitar estas situaciones y emociones
no es la mejor solución pues no resuelve el origen del conflicto terminando por
crear insatisfacciones. Volviendo a Adam et al. (2003), la educación emocional
debe capacitar a los alumnos para saber apreciar y sacar buen partido de las
emociones propias y ajenas, respetándolas en todo momento, además de dotarles
de un lenguaje para que puedan nombrarlas sabiendo cuál es su significado. Todo
esto permitirá al alumno también conocer la moralidad de sus actos y
comportamientos, así como extrapolarlo a los de los demás. Comenzar la
educación emocional en la escuela infantil supone una vía para que haya
comunicación afectiva buscando que cada alumno se comprenda a sí mismo y a los
demás. La educación emocional según Bisquerra et als (2012) es una forma de
prevención primaria inespecífica. Con ello quieren referirse a una serie de
capacidades y competencias que pueden aplicar a una gran multitud de situaciones,
con el principal 15 objetivo de evitar y prevenir disfunciones en las personas.
De esta manera, la educación emocional se considera ante todo una educación
práctica para conseguir desarrollar las competencias emocionales pertinentes,
pues con la información no es suficiente.
Como dice Bisquerra y Pérez (2007) existen
evidencias de que los alumnos aprenden mejor cuando están motivados, son
capaces de controlar sus impulsos y son responsables, además de tener
iniciativa propia…lo que se resume en tener desarrollada la competencia
emocional. Esto demuestra que en la escuela y en el proceso de enseñanza
aprendizaje, en general, se deben tener en cuenta estas competencias,
integrándolas dentro del currículo. Según Saarni (2000, en Bisquerra et als,
2007) “la competencia emocional se relaciona con la demostración de
auto-eficacia al expresar emociones en las transacciones sociales” p. 66), es
decir, la capacidad y habilidad que se tiene para lograr los objetivos, en este
caso, expresar emociones en el ámbito social. Pero para que esto se produzca es
necesario que la persona tengo conocimiento de sus propias emociones para poder
dirigirlas hacia esos objetivos, volviendo así a la importancia de educar las
emociones en la escuela. Sin embargo, como expresan Bisquerra et als. (2012),
el tener esas competencias emocionales y una buena educación emocional no
significa que se empleen en el buen camino, y por eso es necesario incluir una
serie de principio éticos. Dentro de la educación emocional es muy importante
el rol del profesor, pues como adulto y figura a imitar por parte de los niños,
transmiten de manera inconsciente su estado emocional, a través de sus
actitudes y comportamientos pueden ofrecer un clima de seguridad y confianza
para sus alumnos. La educación emocional, sin embargo, no debe reducirse
únicamente al plano de la educación formal, sino que es importante trasladarla
también al contexto familiar, donde padres y madres formen parte del proceso,
tanto para aplicar esa educación emocional sobre sí mismos como para ser
conscientes de la importancia que tiene en el desarrollo de sus hijos y
contribuir en ella. En definitiva, y como se refleja en Pena et als (2006),
tanto padres como profesores y, en general, agentes educativos, debemos conocer
nuestros propios sentimientos, intentando conocer también cuál es la
perspectiva de los-as alumnos-as/ hijos-as llevando a la práctica la empatía,
controlando los impulsos que tenemos y siendo conscientes de cuál es nuestra
actitud en la labor como agentes educativos 16 dedicando todo nuestro esfuerzo.
Si se consiguen estos objetivos, tanto en la institución educativa como en el
resto de ámbitos educativos, se conseguirá formar a personas emocionalmente
inteligentes que tendrán en su poder la capacidad de resaltar los aspectos
positivos de las situaciones por encima de los negativos, valorar los triunfos
más que las derrotas, los aciertos más que los errores y intentando aprender de
todo lo que viva.
Un aporte muy interesante y con mucha información relevante que tener en cuenta y poder utilizar.
ResponderEliminarQué duda cabe que las emociones están presentes en nuestro en cada instante de nuestra vida, en cada decisión, en cada ápice que almacenamos en nuestra memoria... aunque no seamos conscientes de ello. Somos seres emocionales y, como tal, es algo a lo que hay que atender desde la infancia y que muy pocas veces se hace, o se lleva a cabo de forma muy puntual, un gran error.
Ayudar y guiar a los más pequeños en sus emociones es vital para que sepan ponerle nombre a lo que les pasa, a lo que sienten, identificándolo, gestionando y normalizando, permitiéndoles ser niños y niñas emocionalmente inteligentes, con recursos suficientes para enfrentarse a todas las situaciones que lleguen y desenvolverse en el día a día.
Sabiendo todo ello, y como bien mencionabas, también son una clave que el profesorado puede aprovechar, llegando al alumnado y motivándolo en todo el proceso de enseñanza – aprendizaje.
Lo que se siente no se olvida
Lo que nos emociona queda grabado para siempre